REPORTAJE DEL GRUPO

Fue cometido el “Día Internacional de la Libertad de Prensa”.
¿EL ASESINATO DEL PERIODISTA JULIO CASTILLO QUEDARÁ IMPUNE?
Suponga que usted es periodista. Y, por la naturaleza de su trabajo, tiene que informar de actos irregulares de funcionarios públicos y, por esa razón, lo amenazan a muerte. Usted le resta importancia y, fiel a su deber de informar, sigue publicando lo descubierto. Hasta que un mal día aparecen unos asesinos, lo atacan y matan.
Este relato, resume en parte lo vivido por Julio César Castillo Narváez, un comunicador de 38 años que tenía su noticiario, en Radio Ollantay, del pueblo de Virú (La Libertad-Perú). Por haberse obstinado en difundir testimonios relativos a la corrupción que hay en su pueblo, fue baleado por un sicario y sus cómplices.
La inseguridad en que vivimos los peruanos  y, en particular, los trujillanos, es evidente. Lo han reconocido todas las autoridades y, por eso, el Presidente Ollanta Humala Tasso, asumió el liderazgo de la lucha contra el crimen, al dar su primer mensaje a la nación. En esto los periodistas –particularmente- no estamos libres de amenazas, agresiones y atentados fatales. Lo peor es que la violencia que se registra a diario ha encallecido nuestros sentimientos. Debido a eso poco nos inmutamos, cuando mataron al reportero Julio Castillo, hace cuatro meses. Después de cierta conmoción pública, por divulgado en las portadas de los principales diarios, hubo pronunciamientos de gremios, como el Centro Federado de Periodistas de Trujillo, que dirige Benjamín Cubas Orbegoso, exigiendo que se investigue y castigue a los criminales. Pero, finalmente, el deceso del periodista de Virú, ha pasado a ser un número más en las estadísticas policiales.
Lo grave es que el asesinato de este hombre de prensa ocurrió, justamente, cuando se celebraba en innumerables países el “Día Internacional de la Libertad de Prensa”. De ahí que, según opina el decano del Colegio de Periodistas de La Libertad, Manuel Rodríguez Romero, la intención podría ser la de amedrentar a los periodistas en general.
Nosotros lo tomamos así, pues el crimen organizado que –se ha desarrollado en el resto del mundo- está echando raíces en el Perú. Un país con un Estado decadente, como lo señalan estudiosos como el peruano Sinesio López Jiménez y el norteamericano Peter  F. Drucker con su obra “La Sociedad Post Capitalista”.  A lo que se añaden las “Discusiones del Crimen Organizado y la Defensa Nacional” publicado en la Internet, en el rubro de “Seguridad Ciudadana en el Perú”. En este último ensayo, hace la distinción entre delincuencia común y crimen organizado.
Por eso hemos decidido escarbar el homicidio que cegó la vida del colega Julio Castillo Narváez.Estos son los hechos, conforme narraron testigos, policías y periodistas, (compendio de diarios locales Satélite, La Industria y Nuevo Norte, del día 4 de Mayo del año 2011 e incluso en días posteriores):



“El comunicador social Julio César Castillo, fue acribillado de seis balazos por un sicario en un conocido restaurante del sector El Alto, de la Provincia de Virú, La Libertad, Perú. La víctima conducía, hace años, un programa noticioso en Radio “Ollantay” deVirú, en el horario de 12.00 m. a 2.00 p.m., el mismo que era muy sintonizado por los moradores de esa provincia.
El crimen se registró ayer 3 de Mayo, al promediar las tres de la tarde, en circunstancias que el reportero radial había terminado su labor y fue a almorzar, con cuatro amigos, al restaurante “Manuelita”, ubicado en la calle Manuel Seoane 285, a tres cuadras de la Fiscalía Provincial de Virú. Según las primeras investigaciones policiales se sabe que, momentos antes de su muerte; ingresó al mismo restaurante un joven moreno, de cabello ensortijado y rostro con acné, pidió una gaseosa. Observó a Julio Castillo y a cada uno de los amigos que almorzaban y dialogaban. El joven acabó de beber su gaseosa y salió presuroso del restaurante. Después de un minuto, reingresó por la parte posterior, portando dos revólveres, uno en cada mano, y disparó a quemarropa contra el periodista de Radio “Ollantay”.
De los disparos, cuatro impactaron en la espalda de Julio César Castillo Narváez, quien inmediatamente cayó abatido rompiendo uno de los muebles del restaurante. Al ver al periodista en el piso, el sicario, con frialdad, le disparó dos balazos más en el estomago, los que acabaron con su vida. El criminal salió corriendo por la puerta principal del restaurante “Manuelita” y afuera se encontró con tres sujetos más que, esperaban el desenlace al parecer previamente planeado. Y así huyeron del lugar.
Después llegaron miembros de la Policía Nacional y el Fiscal de Virú, Henry Espinoza junto con el Jefe del Servicio Médico Legal de Virú, Dr. César Quito, quienes procedieron a levantar el cadáver. Lo que se hizo en presencia de la esposa del occiso y de uno de los hermanos del reportero.
Según la Policía y vecinos del lugar, afirman que el comunicador Julio Castillo, venía difundiendo un audio donde se involucraba a un funcionario del Gobierno Regional de La Libertad, por lo que había recibido amenazas de muerte, para que no siga propalando dicho mensaje. Incluso el administrador de Radio “Ollantay” contó que Julio Castillo le comentó que no tenía miedo de las amenazas y que iba a seguir difundiendo los audios que tenía, donde se escuchaba a algunos Consejeros Regionales de la Región La Libertad, entre ellos el actual consejero delegado Ever Jiménez Arteaga.
Los asesinos ocultos, luego de confirmar la muerte a través de su asesino a sueldo, con total cinismo enviaron a al celular del finado, el siguiente mensaje detexto: “Así acaban los soplones, el próximo será  Rafael Zárate”. Aludieron a este último porque es un polémico conductor de un programa televisivo, que también suele hacer denuncias periodísticas.
Los comensales, testigos del crimen, identificaron plenamente al sicario, el mismo que se trataría del conocido delincuente apodado “Deivy”, conforme a un identikit presentado por la PNP. La Policía realizó operaciones para tratar de capturarlo, pero fue imposible porque huyó de Virú. Y, en las primeras pesquisas de criminalística se estableció que,en total, fueron ocho los disparos efectuados por el sicario en el restaurante. Lo que quiere decir que seis impactaron en el cuerpo del periodista y dos se desviaron. Por la noche llegaron Policías especializados de la División de Investigación Criminal (DIVINCRI) de Trujillo, que jefatura el Coronel  Jorge Carranza Vallejo.

Este hecho de sangre y el mensaje son temas que deben preocupar el gremio periodístico peruano e internacional, como dijeron dirigentes del gremio periodístico. No hay que quedarse en la muerte de Castillo. Sino analizar e interpretar lo que esto significa para el derecho humano de libertad de expresión e información.  Porque –además- el asesinato se cometió el 3 de Mayo, justamente la fecha en que se celebra el “Día Internacional de la Libertad de Prensa”, un derecho conquistado después de muchos martirios y muertes.
Una vez detenido el autor material, comprobaron que el asesino era un menor de edad, por lo que el Juez sólo ordenó su internamiento en el reformatorio (ex Floresta) de Trujillo. Así, aparentemente, todo quedó concluido.  Es que, cuando la familia de la víctima es de escasos recursos y sin influencias, se conforman con este episodio. Y el proceso se entrampa o lo desvían hacia los laberintos policiales y judiciales, hasta que se cansan o agotan los recursos. Pero, el o los mayores asesinos, no contaban con que Julio Castillo Narváez, tiene a la familia más numerosa y poderosa: Los Periodistas del Mundo.
Por lo tanto, según los decanos del Colegio de Periodistas de La Libertad, Manuel Rodríguez Romero y del Colegio de Abogados de La Libertad, Dr. Santos UrtechoBenites, el proceso investigatorio debe que seguir porque está libre el o los autores intelectuales. Es pues imperativo que tanto la Fiscalía, como la Policía de DIVINCRI ahonden las investigaciones. No puede ser que, porque el homicida no quiere hablar, todo se paralice y se deje transcurrir el tiempo, para que nos olvidemos de este atentado a la libertad de expresión.
Es menester que, en el caso del reportero Julio Castillo Narváez, las autoridades políticas, policiales y judiciales actúen con tanto esmero y eficacia como lo hicieron cuando una banda asaltó en agosto, en Lima, a la esposa delcongresista Renzo Raggiardo donde hirieron a su hija, quien afortunadamente sobrevivió.